Esta es una nota de una serie de documentos y trabajos que estamos dispuestos a presentarle al lector con el correr de los días, sobre la importancia de la CELAC.
Pretendemos desde aquí, poner sobre el tapete aquellas tradiciones político-socio-históricas que nos unen con el resto del continente y resaltar la importancia de este organismo que excluye al principal opresor de estos pueblos libres, EE.UU. Y exponer una serie de notas referidas a cada país integrante del mismo.
“Somos un país porque fracasamos en integrar una Nación” decía Ramos, quizás la historia 200 años después nos de revancha.
“Somos un país porque fracasamos en integrar una Nación” decía Ramos, quizás la historia 200 años después nos de revancha.
República Dominicana, la patria de “Ellos”…
La isla “La Española”, ubicada en el archipiélago de las Antillas Mayores, se encuentra compartida por dos Estados: en la parte occidental por Haití y, la oriental por República Dominicana. Esta última, tanto por superficie como por población, es el segundo país más grande del Caribe.
La República Dominicana alcanzó su independencia en 1821, pero solo la mantuvo por un año. Recién a partir de 1844 logró consagrar su definitiva independencia, aunque esta se halla visto empañada por las ocupaciones que sufrió en su territorio.
Fue colonia de la corona de España y de Francia, fue ocupada por Inglaterra y Estados Unidos. Actualmente, y bajo un gobierno democrático, comienza a emparentarse con el proceso latinoamericanista que recorre la región y a saldar las cuentas pendientes de su atraso histórico, producto del saqueo y el pillaje de las potencias coloniales.
De piratas, invasores y “Ellos”
En 1586 atracaron en las costas de “La Española” los barcos de la piratería inglesa al mando de Sir Francis Drake. Los ingleses no solo saquearon y destruyeron parte de la ciudad de Santo Domingo, sino que también provocaron el éxodo de los habitantes. Como si esto fuera poco, reclamaron el pago de una suma importante de dinero para devolver el territorio ocupado.Cuando se terminó de pagar el rescate (25,000 ducados), los ingleses se retiraron, el 10 de febrero, al mes de haber desembarcado y capturado la ciudad. Además del rescate pagado, Drake emprendió marcha con un importante botín.
“De Santo Domingo, Drake siguió hacia Cartagena de Indias, la cual incendió, y al puerto de San Agustín, en la Florida, al que dejó destruido. Regresó a Plymouth el 28 de julio de 1586, después de una campaña de diez meses, en la que causó a los españoles pérdidas que se evalúan en unas 600,000 libras esterlinas”[1].
Esta hazaña del pillaje inglés demostraba, para Europa, las falencias que empezaba a mostrar España en su sistema colonial, y lo vulnerable que era en especial para los enemigos de la corona, particularmente Inglaterra.
Para 1697, España cede la parte occidental de la isla, hoy Haití, a los franceses. Tiempo después, “al tiempo que en la colonia francesa de Saint Domingue ocurrían cambios provocados por la rebelión de los esclavos, en Francia sucedían cambios políticos de primera importancia. El gobierno burgués de los girondinos fue derrocado por los radicales jacobinos quienes inmediatamente declararon la guerra a Inglaterra, Holanda y España, potencias enemigas de la Revolución Francesa”[2]. España fue a la guerra en contra del republicanismo francés, que se enfrentaba a su vez a su poder monárquico. A mediados de 1795 perdió la guerra y por medio del tratado de Basilea cedió a los franceses el territorio oriental de la isla de Santo Domingo.
“En Santo Domingo, particularmente, en donde los franceses gobernaban a una población que todavía seguía considerándose española, la traición de Napoleón contra los monarcas de España provocó la indignación de los propietarios más importantes que ahora se consideraban doblemente humillados al saber que también la Madre Patria había caído bajo el dominio francés y al ver sus negocios lesionados por la prohibición de vender sus ganados a los haitianos”[3]. Entre ellos se encontraba el propietario Juan Sánchez Ramírez, líder de la insurrección.
“El 11 de julio de 1809, los administradores franceses capitularon. Las tropas inglesas ocuparon la ciudad de Santo Domingo, hasta que en agosto del mismo año abandonaron el sector y la parte oriental volvió a ser nominalmente colonia de España. Así se inició el período conocido como la España Boba, es decir, de escasa o nula intervención metropolitana en los asuntos de la colonia, lo que duró hasta 1821”[4], donde se independiza finalmente, la parte oriental (República Dominicana) de la isla, de España.
Sin embargo, la independencia de una potencia extranjera no sería por mucho tiempo. Theodore Roosevelt, presidente de Estados Unidos, en 1905 obtuvo el acuerdo dominicano para que su país tomara la administración de las aduanas dominicanas, para ese entonces, la principal fuente de ingresos para el gobierno dominico. Los Estados Unidos acordaron utilizar parte de los ingresos de aduanas para reducir la inmensa deuda exterior de la República Dominicana. Vemos en esta maniobra la fútil excusa, que aún usufructúan, para intrometerse y violar la soberanía de los países Latinoamericanos.
En 1916, viendo que no les era posible controlar a su antojo los destinos del país caribeño, el entonces presidente Wilson ordenó la invasión a República Dominicana, la cual duró hasta 1924. Año en que deciden marcharse y dejar un gobierno funcional a sus intereses. Vale decir, que los dominicanos debieron soportar una de las peores dictaduras de América Latina, tal como la de Trujillo un cipayo con aires de grandeza fiel a los intereses económicos yanquis.
Mientras esto sucedía, las clases postergadas esperaban en su miseria que alguien se acordara de su existencia. Esos, en su ignominia, los sin nombres pronto alzarían sus voces para ser escuchados. “Ellos no tienen lecho, pero sus manos son las que hicieron nuestras casas/ Ellos comen cuando pueden pero por ellos comemos cuando queremos/ Ellos son zapateros pero están descalzos/ Ellos nos visten pero están desnudos/ Ellos son los dueños del aire cuando manejan alas, mas son los limosneros del aire de la tierra/ Ellos no hablan, tienen palabras vírgenes... Hacen nuevo lo viejo.../ La mañana lo sabe y los espera...”[5]
Juan Bosch y la segunda invasión yanqui
En febrero de 1963 luego de haber permanecido en el exilio 23 años, producto de la dictadura pro-norteamericana de Trujillo, es electo presidente el profesor Juan Bosch. Este pobre hombre cometió un error grave. El de enfrentarse a los sectores más poderosos. “Se trasladó a romper latifundios, provocando la ira de los terratenientes. La Iglesia Católica Romana creyó que Bosch estaba tratando de secularizar el país. A los industriales no le gustaba los beneficios que la nueva Constitución le otorgaba la clase obrera. Los militares, que antes disfrutaban de la libertad de hacer lo que quisieran, sintieron que Bosch los sometía. Además, el gobierno de los Estados Unidos se mostró escéptico ante el menor indicio de la política de izquierda en el Caribe después de que Fidel Castro se declarara abiertamente comunista”[6].
Como era de esperarse, su gobierno fue derrocado antes de cumplir un año de mandato.
En abril de 1965 el presidente Lyndon B. Johnson ordenó a los marines invadir la isla. “Declaró que había dado orden a la infantería de desembarcar para proteger ciudadanos norteamericanos, y que había sido informada la OEA. Pero lo cierto es que en la OEA no se había hablado una sola palabra, nadie tenía la menor noticia, los delegados de la OEA se enteraron por radio y por televisión cuando habló Johnson que la infantería de marina yanqui había desembarcado en santo Domingo”[7]. De esta manera, la OEA una vez más servia para legitimar las pretensiones yanquis en el continente.
Un año más tarde, EE. UU. ya tenía candidato para manejar por su intermedio los destinos del país Centroamericano. Instaló en el gobierno a un tal Balaguer, instrumento que le garantizaba a Norteamérica la “estabilidad” en el país, para que sus empresas hicieran buenos negocios.
Un economista seguidor de Bosch
Hace unos meses asumió el poder de la República el economista Danilo Medina. Al igual que Juan Bosch, su gobierno está siendo criticado por la corporatocracia internacional. Hoy la excusa es “la falta de seguridad jurídica”. Vale decir, que las empresas extranjeras no manejen a su antojo la economía del país caribeño.
Medina, de 60 años, y quien sustituyó en el cargo a Leonel Fernández, también del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD), llamó a la población a concertar un “gran pacto social” para sacar de la pobreza a 1,5 millones de personas en los próximos cuatro años y engrosar la clase media.
“También habló sobre crear 400.000 empleos y mantener una tasa de crecimiento del PIB, de por lo menos un 4,5% de promedio anual (…) Para ello anunció, que fortalecerá el programa de asistencia social "Solidaridad", al que espera incorporar 200.000 nuevas familias (…) El nuevo gobernante afirmó que uno de los ejes centrales de su mandato será la salud de calidad y garantizó que toda familia empobrecida será incorporada al Seguro Familiar de Seguridad Social”[8].
Con la mirada puesta en la industrialización del país, cuya principal producción es la caña de azúcar y el café, busca resolver a partir de recursos genuinos la desigualdad que existe en el país. Lo cual ya empieza a hacer ruido.
“La empresa Concesionaria Dominicana de Autopistas y Carreteras (Codacsa), mayoritariamente de capital español, ha denunciado ‘la falta de seguridad jurídica` para las inversiones españolas en República Dominicana, después de que el pasado sábado, 11 de agosto, le fuera expropiado el peaje de la Autopista de las Américas por el Gobierno (…) El Estado dominicano procedió el pasado sábado, apoyado por un contingente armado del Ejército, a expropiar el peaje (…).”[9]
Mientras estos acontecimientos se desarrollan, con seguridad que se está urdiendo un golpe. La CELAC y el patriotismo de su pueblo son la única garantía de que República Dominicana se independice soberanamente de toda opresión venida desde el exterior.
Si alguien quiere saber cuál es mi patria,
lo diré en una tarde americana.
Cuando el mundo se quite la cabeza
y le arranque la espina innominada.
Cuando el hilo de todas las fronteras
teja como una alfombra todas las patrias.
Y una risa inmensa
recorra las montañas
y haga huir como murciélagos despavoridos
a los acorazados con sus arrogancias,
con su larga cadena de oprobio
que une nuestras gargantas
y nos saca en sangre pulpa
las tierras perfumadas...[10]
lo diré en una tarde americana.
Cuando el mundo se quite la cabeza
y le arranque la espina innominada.
Cuando el hilo de todas las fronteras
teja como una alfombra todas las patrias.
Y una risa inmensa
recorra las montañas
y haga huir como murciélagos despavoridos
a los acorazados con sus arrogancias,
con su larga cadena de oprobio
que une nuestras gargantas
y nos saca en sangre pulpa
las tierras perfumadas...[10]
[1] Republica Dominicana, Descubrimiento y colonización,http://www.jmarcano.com
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[5] Manuel del Cabral, Ellos.
[9] EUROPA PRESS, MADRID, 16 Ago.
[10] Pedro Mir (poeta dominicano), Si alguien quiere saber cual es mi patria.
Hernán Ramón