“La economía nunca ha sido libre: o la controla el Estado en beneficio del Pueblo o lo hacen los grandes consorcios en perjuicio de éste" (Juan Domingo Perón).
Durante los meses pre-electorales todo parecía tranquilo y sin demasiadas novedades en el frente. Sin embargo horas después de que los argentinos supimos los números finales, de un resultado ya anunciado, la Presidenta reelecta firmaba un decreto, que sería seguido de otros, tendiente a hacer efectiva la promesa de campaña del oficialismo: “Vamos a profundizar el modelo”. Pero… ¿Qué modelo? ¿En qué se sustenta? ¿A quienes beneficia? ¿En que se profundiza? ¿Por qué ahora y no antes?
Cenizas del viejo Estado
El 26/10/2004 en El País, el diputado socialista Mario Trinidad, denunció al gobierno socialista de Felipe González y José Luis Zapatero dominados por “la lógica del sector financiero (que ) no es siempre la que más conviene, ni a otros sectores de la economía ni a la ciudadanía en su conjunto”. Anticipó lo que habría de sufrir España cuando llegara la época de “vacas flacas”. Finalmente llegó: hoy el 40 por ciento de los jóvenes están desocupados. Y no es casualidad. Decía Trinidad, que el PSOE puso en el “papel dominante al programa de extensión y profundización de los derechos civiles (…) que el Gobierno ha querido simbolizar en la ley que extiende a los homosexuales el derecho a contraer matrimonio y a adoptar niños (...) La extensión de los derechos ciudadanos ha sido siempre uno de los pilares socialistas. (Pero) en esta ocasión parece haber borrado las reformas sociales y económicas que constituyen otro pilar del socialismo (…) los derechos sólo serán reales si se dan las condiciones sociales, y sobre todo económicas, que permitan ejercerlos”. Compartimos.
Hoy en día, la diferencia entre el socialista Sarkozi y la liberal Merkel, es nula.
Al referirnos a vacas flacas, hacemos mención a la crisis que estallo en 2008 y día a día vemos como se profundiza. Para no extendernos: “A partir de la sustitución del paradigma cultural, político y económico del Estado de Bienestar (1975), se instaló el paradigma financiero que produjo la desindustrialización, la regresión distributiva y la concentración económica y política, en manos de los financistas y las multinacionales, responsable de un modo capitalista que destrozó todas las conquistas sociales del capitalismo de la posguerra” (Carlos Leyba).
Vale decir, el Estado de Bienestar devino en Estado rentístico-financiero. Este incendió los cimientos del viejo Estado, para sustituirlo por un complejo y perverso andamiaje pergeñado fundamentalmente por la banca internacional y basado en la especulación financiera. Esto es, menos producción y más especulación, no sin contar con la complicidad de una dirigencia putrefacta. Esta última, está siendo expulsada por los “indignados” (símil del 2001 en la Argentina con el “que se vallan todos”), que reclama por las cenizas del viejo Estado, en contraposición a los ajustes ortodoxos implementados, cuyo diseño está en manos del FMI, como no podía ser de otra manera.
Tres pilares
Desde la salida de la crisis de 2001 y a partir del gobierno de Néstor, la economía argentina creció en el orden del 9% anual a raíz de tres pilares fundamentales que sustentan el modelo económico del kirchnerismo. Estos son: tipo de cambio competitivo, superávits gemelos y retención a las exportaciones. Estas tres medidas, permitieron al Estado “hacer caja”, a la par de crecimiento económico, sustitución de importaciones, crecimiento del trabajo y de la capacidad ociosa instalada, etc. Vale decir, mayor ocupación y reducción de la pobreza ampliando el mercado interno.
En las últimas semanas, se ha instalado un fuerte debate en torno a la transferencia de renta al exterior (el talón de Aquiles de este modelo junto al crédito caro, volveremos sobre esto), la quita de subsidios y las regulaciones de la AFIP, la sanción del decreto 1722/11, que establece la obligatoriedad del ingreso y negociación en el mercado de cambios la totalidad de las divisas provenientes de operaciones de exportación de petróleos crudos, sus derivados, gas y de empresas mineras. Pero, ¿Cuál es el motivo que moviliza esta medida? ¿De qué manera se está empezando a expresar la monumental crisis internacional en estas costas?
La razón de estas medidas es justamente el debilitamiento de estos tres pilares que mencionábamos, veamos.
Como explica Alfredo Zaiat, en Página/12, “La experiencia de 2009 es una referencia cercana para evaluar el impacto de la crisis como también las respuestas para enfrentarla. Además de las enseñanzas defensivas que se incorporaron en esa fase recesiva (fortalecimiento del mercado interno, protección del empleo), el actual panorama se presenta en un contexto local diferente”. Continua, “Este escenario diferente obliga a otro análisis para detectar cuáles pueden ser los factores desestabilizadores por la prolongada crisis internacional. El frente que se presenta más vulnerable se encuentra por el lado de la balanza de pagos, siendo el giro de utilidades de empresas extranjeras y la fuga de capitales las variables más sensibles”.
Respecto de la cuenta corriente, el primer semestre del año exhibió un superávit de 797 millones de dólares. El resultado refleja una reducción del 75 por ciento frente al mismo período del año pasado. Este comportamiento implica que el saldo comercial positivo ya no alcanza para pagar la suma de los intereses de la deuda externa y transferencia de utilidades de multinacionales, por lo que la diferencia se termina saldando con uso de reservas del Banco Central. Pero ese colchón hoy se enfrenta a la exigencia de financiar ese desequilibrio, el pago de la deuda y la salida de capitales. Por otro lado, “la profunda extranjerización de la economía se ha convertido en una de las vías de transmisión de la crisis de Estados Unidos y Europa. Las estrategias defensivas de las casas matrices de las multinacionales de esos países se trasladan en gran medida a sus filiales. Una de ellas es la exigencia de un mayor giro de fondos para equilibrar en parte sus quebrantos en el país de origen”, puntualiza Zaiat.
Por otro lado, en el tipo de cambio se exhibe un deterioro y apreciación del mismo, producto entre otras cosas de la inflación. Lo que ha generado el reclamo por parte de los industriales (UIA) y un pedido devaluatorio, argumentando que el aumento de precios y la suba de salarios hacen menos competitivo el tipo de cambio para el sector.
Esto, sumado a la caída de las reservas del Banco Central y al “poco” rinde de los comoditis internacionales hacen caer la recaudación del Estado y por consiguiente su inversión.
Ante el debilitamiento de la balanza comercial y el derrumbe del milagro de los superávits gemelos (fiscal y comercial), el gobierno de Cristina Fernández ha tomado medidas tendientes a generar ahorro por parte del Estado, “ajustando” en los sectores concentrados de la economía. Antítesis del ajuste Delarruista del 2001, que benefició a estos últimos en perjuicio del pueblo argentino. Afortunadamente este supo devolverle el favor.
Según Carlos Leyba, “Frente a esta situación (…) dos corrientes de pensamiento se enfrentan dentro de las filas K. El origen liberal y la natural vinculación con intereses financieros locales propio de esa visión, ha generado una corriente de “salida a los mercados internacionales para endeudarse”. (…)La otra versión, más vinculada al sector real, pasa por buscar una punción allí donde haya caja: el origen de los miembros de esta corriente proviene de la izquierda revolucionaria de los 70, tres cajas aparecen posibles “la extra liquidez bancaria local de bancos que no prestan”; las rentas rurales (retenciones plus); y las obras sociales sindicales. Los de origen más “peronista” privilegian apretar las rentas mineras y energéticas; siguiendo por los bancos y después las rurales”.
Ajuste heterodoxo
La última semana el Gobierno desplegó distintos instrumentos para garantizar la oferta de divisas, limitar la “fuga” de capitales y desincentivar las operaciones especulativas en el mercado cambiario. La eliminación del privilegio de petroleras y mineras en el manejo de los dólares de exportación, como así también la exigencia a las aseguradoras para la repatriación de inversiones financieras (ascienden a 1.700 millones de dólares) apunta a evitar que un chorro importante de dólares se vaya del país.
Respecto de las regulaciones establecidas por el Gobierno para la compra de dólares, van también en este sentido. A su vez que: “las medidas instrumentadas combaten la economía en negro e impiden delitos económicos” sostiene el senador nacional del FPV, Eric Calcagno.
Desde el 2003, el gobierno encabezado por Néstor y seguido por Cristina ha sido siempre coherente respecto de su heterodoxia a la hora de las decisiones económicas. La iniciativa de realizar una modificación del actual régimen de subsidios, es un claro ejemplo. Como primer paso del nuevo esquema de subsidios, el Gobierno decidió quitarle el ciento por ciento de las subvenciones (en energía y agua) a los bancos, financieras, compañías de seguro, la telefonía móvil, las actividades extractivas, como los hidrocarburos y la minería. En total, será un ahorro fiscal cercano a los 600 millones de pesos. Es decir, ajustar sobre los que más tienen. Sin embargo es necesario redoblar la apuesta.
Estas medidas, tienden a que la manguera de la transferencia riegue nuestro jardín. De esta manera, no achicar la inversión pública ni los beneficios sociales. A las claras una medida popular. No obstante, es imperioso ir más a fondo y eliminar el andamiaje legal menemista que permite la transferencia de riqueza al exterior, reformando el sistema tributario vigente y la ley de Entidades Financieras. El rumbo que marca este gobierno, a contramano de los países centrales, es el correcto; “es cierto que muchas veces para solucionar determinados problemas, hay que afectar intereses e intereses que son muy poderosos. Pero yo me atrevo a decir que es mejor enfrentar esos intereses minoritarios pero poderosos, antes que más adelante enfrentar la furia de la sociedad. Se los digo con la experiencia de una Argentina que vivió un 2001 caótico que hizo colapsar prácticamente nuestro sistema institucional y dividió a la sociedad”, sentencio Cristina Fernández en la Cumbre del G-20.
Siguiendo sus palabras, es necesario abatir los viejos bastiones del menemato y avanzar aún más en la “profundización” del actual modelo.
HERNÁN RAMÓN
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