Esta es una nota de una serie de documentos y trabajos que estamos dispuestos a presentarle al lector con el correr de los días, sobre la importancia de la CELAC.
Pretendemos desde aquí, poner sobre el tapete aquellas tradiciones político-socio-históricas que nos unen con el resto del continente y resaltar la importancia de este organismo que excluye al principal opresor de estos pueblos libres, EE. UU. Y exponer una serie de notas referidas a cada país integrante del mismo.
“Somos un país porque fracasamos en integrar una Nación” decía Ramos, quizás la historia 200 años después nos de revancha.
200 años de intromisión norteamericana
Panamá formaba parte de Colombia cuando el ingeniero francés Fernando de Lesseps, que había dirigido la construcción del Canal de Suez, decidió abrir a través del istmo que une América del Sur y América Central, una vía para enlazar los océanos a ambos márgenes de esta tierra. Iniciadas las obras en 1881, el proyecto de este ambicioso francés se desmoronó. No obstante, despertó una ambición aún mayor en un representante de la política expansionista del imperialismo yanqui.
Theodoro Roosevelt, quien se jactaba con soberbia al decir su célebre frase: “Yo tome Panamá”. A comienzos del siglo XX exigió a Colombia la firma de un tratado que ponía lisa y llanamente al istmo en manos de un consorcio norteamericano. La rústica diplomacia yanqui era menos sutil que en la actualidad. Ante la negativa de los colombianos en 1903, Roosevelt envió tropas a Colombia y resolvió la independencia de Panamá. Al fracaso del ideal bolivariano en pos de la unión, le seguía el desmembramiento.
Quedó de esta manera un gobierno títere que firmo el primer Tratado del Canal. Establecía el control total del mismo por parte de la milicia norteamericana y permitía la subordinación total del reciente país a Washington. Lo particular del caso, es que el tratado lo firman John Milton Hay, secretario de Estado, y Phillippe-Jean Bunau-Varilla, un ingeniero francés. En esencia, Panamá (o una parte de territorio colombiano) se independizó de Colombia producto de la intervención de Estados Unidos, el cual se hizo cargo de controlar el Canal.
Durante casi un siglo, Panamá estuvo gobernada por la oligarquía local vinculada a Washington, el cual supo recompensar a estos gobiernos que cedían su soberanía territorial a costa del pueblo panameño. Las familias ricas que “gobernaban” el país no dudaron en prestar colaboración a la CIA para sus actividades “anti-comunistas” en el hemisferio, como así también a grandes multinacionales como la Standard Oil de John D. Rockefeller y la United Fruit Company (más tarde adquirida por George H. W. Bush). Estados Unidos brindó protección a las familias dirigentes panameñas, que veían amenazados sus negocios cada vez que el pueblo intentaba librarse del sometimiento, interviniendo militarmente (una docena de veces desde su independencia hasta 1968).
La CIA y el Coronel del Pueblo
Omar Torrijos Herrera, Ingresa a la Guardia Nacional en 1952 y en 1966 es promovido a Teniente Coronel, encargado de la Secretaria General de la Comandancia. En la década del ’50 fue custodia de Juan D. Perón durante su exilio en Panamá en el cual entablaron su amistad. El 11 de octubre de 1968, en asocio de varios compañeros de armas, encabeza el golpe militar que depuso al funesto presidente Arnulfo Arias, iniciando una era de Gobierno que dejó como saldo significativo, logros a favor de las clases populares, destacándose entre ellos, la firma de los Tratados Torrijos–Carter que le pusieron fecha de vencimiento a la presencia del ejército norteamericano en Panamá y que obligaba a cerrar la Escuela de las Américas.
La corporatocracia internacional no podía tolerar semejante humillación por parte de este Coronel, que evitaba el ingreso de compañías norteamericanas en su territorio y que además expulsaba a las tropas yanquis del Canal tomando el control del mismo. Por primera vez en su historia los panameños podrían administrar sus recursos soberanamente.
Finalmente, la CIA derriba el avión en el que este viajaba, haciendo creer a la opinión pública mundial que había sido un “accidente” aéreo, según confiesa el arrepentido ex CIA, John Perkins.
Lo sucede Manuel Noriega, también Coronel del ejército panameño, quien se aviene a continuar la obra de su antecesor. En 1989 el democrático presidente Bush padre, decide una nueva invasión a cargo de los marines. La excusa fue que Noriega era un dictador corrupto que violaba los derechos humanos. La misma excusa que usaron para invadir Libia y por la que pretenden ocupar Siria. Se estima que durante la invasión murieron 7000 panameños en defensa de su patria. El objetivo era, y es, controlar el Canal y privar de sus propios recursos a sus dueños legítimos y sentar bases en territorio americano para vigilar a los países “rebeldes”.
Actualmente, una comisión binacional (entre Panamá y EE. UU.) administra el Canal, que además permanece custodiado por bases militares yanquis.
Panamá, Bolívar y las Malvinas
El 3 de abril de 1982, un día después del desembarco que recuperó nuestras islas, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas solo hubo un voto a favor de la Argentina. Fue la República de Panamá, por la boca de su canciller el Dr. Jorge Illueca. En esa misma tierra en 1826, el Libertador Simón Bolívar había convocado a los Estados emancipados del Imperio español a reunirse en una gran Federación. Los ecos de aquel patriota americano llegaban a través de la historia.
“La zona del Canal (…) debe considerarse parte irredenta del Estado Nacional Latinoamericano, (…) es un legado de las generaciones de la Independencia (…) El conflicto, por lo tanto, no enfrenta al pequeño país panameño con el gigante norteamericano, sino a América Latina contra el imperialismo y se resuelve por la lucha conjunta con miras a latinoamericanizar la Zona del Canal” (J. A. Ramos). Lo mismo podemos decir de las Islas Malvinas.
La CELAC recupera dicha tradición dejando fuera a Estados Unidos y profundizando lazos de unión entre los países hermanos. Bregamos por ver marchánadose a los marines como en la presidencia de Torrijos, a la sazón amigo de Perón, para evitar futuras intromisiones en el suelo patrio.
Hernán Ramón