miércoles, 6 de febrero de 2013

MONSANTO: LA EMPRESA QUE SUEÑA CAMBIAR EL MUNDO (PARTE III)


“Los dueños de los alimentos se convertirán en los dueños del mundo”
José Martí


Muchos de los que leyeron la segunda parte, se preguntarán de qué manera llevaron a cabo el desarrollo de los transgénicos Monsanto (los cuales son perjudiciales para la salud) en EE.UU., si existen controles gubernamentales que elaboran informes sobre los productos que luego son llevados al mercado. La respuesta, es “Puertas Giratorias”.
Monsanto planta la semilla de la discordia en Brasil


La Biotecnología y la FDA

Antes de que salgan a la calle los primeros alimentos transgénicos, Monsanto libró una dura batalla para que el reglamento regulador (1986) de la FDA (Food and Drug Administration), una especie de SENASA argentino, les favorezca. Lo cual consigue el 29 de mayo de 1992. Se publica el citado reglamento en el que se dice que: “los alimentos derivados de variedades vegetales según los nuevos métodos de modificación genética se regulan en el mismo marco y según el mismo enfoque que los surgidos del cruce tradicional de plantas”. Es, como se ve, una manera de no distinguir a unos de otros y de banalizar su existencia. Pero más adelante, el reglamento concede que: “en la mayoría de los casos, los componentes de una planta modificada genéticamente serán los mismos o similares en sustancia a aquellos que se encuentran comúnmente en los alimentos, como las proteínas, las grasas, los aceites y los hidratos de carbono”. Es lo que se llama el “Principio de equivalencia en sustancia”. Con esta coartada se evita que los OMG sean considerados al menos como aditivos alimentarios, lo que permite a las empresas de biotecnología librarse de las pruebas toxicológicas previstas pero también del etiquetado de sus productos. Un resultado excelente para Monsanto que le permite colocar rápidamente sus productos transgénicos en el mercado con la mínima interferencia gubernamental.

El “Principio de equivalencia en sustancia”, la mentira bajo la cual se escuda Monsanto, ha sido cuestionado por un amplio espectro de la comunidad científica.

Corrían los tiempos de Reagan y Bush padre, en el momento en que se hacen presentes los transgénicos. En ese momento EE.UU. había encontrado un fuerte competidor en el rubro agrícola-industrial, que era Japón. A los efectos de copar los mercados y evitar que Japón los superase en la materia dieron un fuerte impulso a sus industrias, principalmente a Monsanto.

Es la época de la llamada “desregulación”, que no solo se aplicó en la esfera financiera donde se flexibilizaron todas las regulaciones a los bancos, sino que también esto afectó a la FDA donde se flexibilizaron también todo tipo de controles.

“Para comprender mejor cómo los alimentos de la BT y los riesgos de seguridad asociados se impusieron en la sociedad norteamericana, basta con mirar la historia del primer producto alimenticio de la BT comercializado a gran escala: la hormona recombinante de crecimiento bovino (rBGH) de la corporación Monsanto. La rBGH se ha relacionado con el cáncer en los seres humanos y con graves problemas de salud en las vacas, incluyendo infecciones en las ubres y problemas reproductivos” (1).

La FDA declaró que la leche con rBGH era segura para el consumo humano, antes de disponer de datos significativos sobre cómo la leche con rBGH podía afectar a la salud humana ¿Por qué? “Cuando empezaron a surgir informes de gran importancia sobre cómo la rBGH aumentaba los niveles del factor de crecimiento tipo insulina, IGF-1, en la leche y la posible conexión entre el IGF-1 y el cáncer en los humanos, parecía que la FDA estaba demasiado comprometida como para cambiar de opinión o hacer más preguntas sobre el efecto de este fármaco en la salud humana. En su lugar, la agencia se fió casi exclusivamente de los datos generados por Monsanto muy criticados por científicos independientes” (2).

Michael R. Taylor, el Vicecomisario de política de la FDA, redactó las normas de la FDA para el etiquetado de la rBGH. Las normas, anunciadas en febrero de 1994, prácticamente prohibían a las empresas lecheras hacer cualquier distinción entre los productos elaborados con y sin rBGH.

En marzo de 1994, se desveló que Taylor había trabajado durante siete años como abogado en Monsanto.

Pero este personaje no era el único con “conflicto de intereses”: Margaret Miller, Vicedirectora de la Oficina de Nuevos Fármacos Animales de la FDA había sido científica investigadora en Monsanto.

Suzanne Sechen era la “evaluadora principal” de la rBGH en la Oficina de Nuevos Fármacos Animales entre 1988 y 1990. Antes de llegar a la FDA había realizado investigaciones para varios estudios de la rBGH financiados por Monsanto como estudiante de postgrado en la Universidad de Cornell.

Se calcula que otros 27 personajes han pasado de desarrollar funciones en Monsanto para desempeñarse como funcionarios de la FDA. Esto no incluye a diplomáticos y congresistas estadounidenses que poseen acciones en la compañía y presionan (lobby de por medio) a diversos países para que aprueben el ingreso de transgénicos en sus países.

Por otro lado cuenta con otro gran lobbysta, el ASA (Asociación Americana de la Soja – EE.UU.), la cual integran varios de los anteriores.

http://gmoawareness.files.wordpress.com/2011/05/monsanto-fda.png


Notas:

(1) Puertas Giratorias: Monsanto y la Administración, http://www.ecologistasenaccion.org
(2) Ibíd.