viernes, 15 de marzo de 2013

Cuando se hunde una montaña surge una isla


La renuncia de Ratzinger, la primera dimisión de un Sumo pontífice luego de seiscientos años, fue motivo de grandes especulaciones en todo el mundo. Por todas partes opinólogos y profesionales dieron sus explicaciones al hecho, incluso al punto de vaticinar un novus cisma en la Iglesia de Pedro.



No obstante, hay quienes vieron la nueva elección de un Papa como la posibilidad de un giro por parte del Vaticano hacia ciertos sectores del mundo que vienen reclamando mayor participación, incluso en la curia romana. De allí que los “favoritos” fuesen los “papables” no europeos, cosa que rompe la tradición.

Se hunde una montaña
Benedicto XVI, surge de las entrañas mismas de Europa. Fue el Papa de la Unión Europea. Pero, ¿Qué Unión? ¿Qué Europa?

El intento por evangelizar y homogeneizar el viejo continente por parte del Vaticano y el propio Ratzinger chocó con la realidad de una Europa que se encuentra dividida y en crisis. La Comunidad Europea se resquebraja presa de sus contradicciones.

La firma del Tratado de Maastricht significó, entre otras cosas, la dominación de los países centrales e industrializados (Alemania y Francia) sobre la periferia europea no industrial (Portugal, España, Grecia, etc.). Hoy, los resultados están a la vista. Los primeros promueven planes de ajuste para la periferia, mientras los segundos registran niveles de endeudamiento, pobreza y hambre espectaculares.

Mientras la montaña europea se hunde en el ajuste y reina la desunión, los católicos de los distintos países de la zona empiezan a tomar conciencia de que ya no se sienten tan hermanos entre ellos ¿Qué opinaría un católico español de su par alemán, que día a día lo sorprende con un nuevo plan de ajuste?

Benedicto no pudo llevar adelante la tarea que debía cumplir y para lo cual fue electo. El Papa de la Unión Europea contempla con asombro de que manera Europa se hunde y se divide producto de la crisis.

Marco Politi, uno de los vaticanistas más prestigiosos de Italia, autor del libro “Joseph Ratzinger, Crisis de un papado”, días después de la renuncia sostenía que, “El Vaticano y la Iglesia, están atravesando una crisis: de visión geopolítica –el Vaticano ha perdido mucho peso en la escena internacional–, de las relaciones ecuménicas” (1).

Politi habla de una curia con poco dialogo y de un repliegue defensivo como la característica de este papado. En tiempos de Juan Pablo II, era representativa de personalidades muy diferentes, en la derecha, en el centro y en el campo progresista, pero que interactuaban con la opinión pública. Es decir, que Juan Pablo era un moderado, en comparación.

“Desde la época de Pío XII, Pablo VI, Juan Pablo II, Juan XXIII, todos los grandes papas de los últimos 50 años han tenido una visión internacional, planetaria. Todos menos Benedicto XVI”. Según Politi, “los cardenales de lengua española tuvieron un papel fundamental en el último cónclave” (2)Esto último dejaba entrever un posible resultado.

Aparece una isla
La elección del argentino Jorge Bergoglio como el nuevo Papa Francisco, obedece al hecho de que el Vaticano este contemplando el proceso, a diferencia de lo que sucede en la conflictiva Europa, de unión de los países latinoamericanos.

Quienes se reunieron en cónclave y quienes ejercieron el voto para la designación del nuevo Papa fueron 118 cardenales provenientes de Europa (62), América del Norte (14), América Latina (19), África (11), Asia (11) y Oceanía (1).

No obstante dichos números no representan la distribución territorial y geopolítica de quienes están habilitados para votar, dista mucho de una representación que siquiera se asemeje al mapa de los católicos en el mundo.

“Basta con observar que 62 de los votantes –casi la mitad- provienen de Europa, donde hoy sólo habita el 24 por ciento de los católicos del mundo. Y que América latina, donde vive el 40 por ciento de los católicos, sólo tiene 19 cardenales electores, apenas por debajo en número de los 14 cardenales de América del Norte (11 de Estados Unidos), cuando esa parte del mundo representa el 24 por ciento del catolicismo. Los votantes provienen de 48 países y si bien está claro que no representan a sus naciones, sino a sus iglesias, no es fácilmente separable una condición de la otra” (3).

En America Latina no sólo existe la mayor población de católicos del mundo, sino que además se sienten parte de un mismo proceso que los acerca, unos con otros, cada día más.

Es por esto que la curia romana mirara para estos lados y decidiese que era tiempo de un nuevo Papa, de la unión… esta vez latinoamericana. De allí, la elección de Francisco.

Que por otra parte, habla el mismo idioma que domina la región desde México a Ushuaia, con la excepción de Brasil.

Tal como había sostenido Methol Ferre, hace ya varios años, el descuido de la Iglesia en esta región había dado como resultado que los países se fueran integrando pero las iglesias no, “Hubo un ciclo de 20 años donde se efectuó la más intensa latinoamericanización de las iglesias de la región. Pero luego hubo un proceso inverso. En consecuencia si eligen un Papa de la región, no es estrictamente latinoamericano porque eso ha desaparecido del horizonte eclesial continental (…) La Iglesia no ha estado presente en los grandes movimientos de integración de los últimos años. Ni en el Pacto Andino ni en el Mercosur, lo que muestra la poca atención eclesial al asunto” (4).

De lo que se trata ahora, con Bergoglio a la cabeza, es de revertir este proceso e integrar a Latinoamérica desde este punto de vista. Lo cual, acompaña a lo que ya se viene dando. La importancia de ello se ve reflejada en lo dicho por los mandatarios de la región tras la nueva asunción:

“En nombre del pueblo brasileño, felicito al nuevo papa Francisco I y saludo a la Iglesia católica y al pueblo argentino” (Dilma Rousseff).

"Va a ser el Papa número 266 y el debate era entre un Papa africano y uno suramericano, nosotros sabemos que nuestro comandante ascendió hasta esas alturas y está frente a frente a Cristo (…) en algo influyó para que se convoqué a un papa suramericano, alguna mano nueva llegó y Cristo dijo llegó la hora de América del sur, así nos parece” (Nicolás Maduro).

“¡Tenemos Papa latinoamericano! ¡Vivimos momentos históricos sin precedentes! ¡Que viva Francisco I!” (Rafael Correa).

“Deseo que pueda lograr una mayor confraternidad entre los pueblos (…) Hoy es un día histórico para la Argentina (…) Tenemos papa argentino y desde aquí pedimos el apoyo para su gestión, para así lograr un mayor grado de confraternidad entre los pueblos” (Cristina Fernández de Kirchner).

Francisco, el primer Papa no europeo y jesuita en llegar a convertirse en Sumo Pontífice, deberá hacerse cargo de las reformas en la Iglesia Católica clamadas desde este lado del océano. A pesar de las diferencias que en su momento tuvo (siendo jefe del Episcopado argentino) con el gobierno nacional, ha logrado desde ya levantar esperanzas y adhesiones no sólo en Argentina sino también en toda la región.

¿Estamos atravesando una hora Americana? Sí, y ¿Estos nuevos vientos han llegado al Vaticano? Est possibilis.



Notas:

(1) MDZ, “Benedicto XVI y la triple crisis del Vaticano”

(2) Ibíd.
(3) Página/12, “En nombre del Espíritu Santo”
(4) http://www.metholferre.com/